El módulo ha cambiado mucho desde que entré hace quince días, y puedo decir que lo ha hecho a mejor, aunque se encuentra siempre en constante movimiento. Las peleas y enfrentamientos que vi y sufrí durante las dos semanas anteriores han desaparecido prácticamente. Estoy convencido de que, además de los asistentes y los educadores sociales, los funcionarios hacen las veces de psicólogos y nos fichan a la perfección nada más llegar. Los gremlins y los ruineros son siempre los primeros en ser trasladados o reubicados en los módulos más selectos de la prisión como son el 4, el 11, el 13, o el de menores. Este último, según me han contado es un auténtico campo de batalla en el que tienes que pelearte hasta para conservar tus zapatillas de deporte.
Bien, como iba diciendo, la fauna que pulula por el módulo ha cambiado
bastante en los últimos días. Esta aparente tranquilidad se hace patente a la
hora de llamar por teléfono. Las disputas alrededor del teléfono han disminuido
considerablemente. Siempre hay algún listillo que se quiere colar o que baja al
patio y pide turno para veinte, pero la sangre no está llegando al río.
Como si de un programa de televisión se tratase, paso a presentaros a
algunos de los secundarios de mi propio show carcelario:
Tenemos al chaval de Álora, un tipo majo, a pesar de que está aquí por
vender pequeñas cantidades de cocaína por las discotecas de dicha localidad.
Tenemos también a Mister Roy. Le llamamos así porque siempre que juega al
fútbol lo hace enfundado en una camiseta de la selección holandesa con el
nombre de Van Nistelrooy. Se trata, otro más, de un caso peculiar. Un ex
militar que estaba en busca y captura desde 2006 por no sé qué delito (parece
que relacionado con el ejército y que estuvo reenganchado tres meses en el
ejército a lo largo de 2007 haciendo bueno el dicho de que la justicia es
ciega). Ni se enteraron hasta hace pocos meses. Ningún tribunal ni abogado
civil sabe tratar su tema, que es un misterio para todos nosotros. Muy
posiblemente le dejen en libertad sólo para ingresar en un penal militar y
cumplir allí su condena.
Se nota también que el verano está a la vuelta de la esquina, cada vez
llegan más extranjeros. Rumanos, algún que otro inglés, pero sobre todo un
montón de magrebíes. De hecho disfrutan del honor de tener un módulo en el
centro exclusivamente para ellos.
El Granadino, el tío más bruto que he conocido en muchos años. Hay que
hacer verdaderos esfuerzos para entender algo de lo que dice cuando habla. Con
su prominente panza, se define a sí mismo como el típico español: le gusta el
buen vino, las copitas, la fiesta, y las putas que no falten.
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