jueves, 21 de noviembre de 2013

Fragmento de la novela (I)

       
          El módulo ha cambiado mucho desde que entré hace quince días, y puedo decir que lo ha hecho a mejor, aunque se encuentra siempre en constante movimiento. Las peleas y enfrentamientos que vi y sufrí durante las dos semanas anteriores han desaparecido prácticamente. Estoy convencido de que, además de los asistentes y los educadores sociales, los funcionarios hacen las veces de psicólogos y nos fichan a la perfección nada más llegar. Los gremlins y los ruineros son siempre los primeros en ser trasladados o reubicados en los módulos más selectos de la prisión como son el 4, el 11, el 13, o el de menores. Este último, según me han contado es un auténtico campo de batalla en el que tienes que pelearte hasta para conservar tus zapatillas de deporte.
          Bien, como iba diciendo, la fauna que pulula por el módulo ha cambiado bastante en los últimos días. Esta aparente tranquilidad se hace patente a la hora de llamar por teléfono. Las disputas alrededor del teléfono han disminuido considerablemente. Siempre hay algún listillo que se quiere colar o que baja al patio y pide turno para veinte, pero la sangre no está llegando al río.
          Como si de un programa de televisión se tratase, paso a presentaros a algunos de los secundarios de mi propio show carcelario:
          Tenemos al chaval de Álora, un tipo majo, a pesar de que está aquí por vender pequeñas cantidades de cocaína por las discotecas de dicha localidad.
          Tenemos también a Mister Roy. Le llamamos así porque siempre que juega al fútbol lo hace enfundado en una camiseta de la selección holandesa con el nombre de Van Nistelrooy. Se trata, otro más, de un caso peculiar. Un ex militar que estaba en busca y captura desde 2006 por no sé qué delito (parece que relacionado con el ejército y que estuvo reenganchado tres meses en el ejército a lo largo de 2007 haciendo bueno el dicho de que la justicia es ciega). Ni se enteraron hasta hace pocos meses. Ningún tribunal ni abogado civil sabe tratar su tema, que es un misterio para todos nosotros. Muy posiblemente le dejen en libertad sólo para ingresar en un penal militar y cumplir allí su condena.
          Se nota también que el verano está a la vuelta de la esquina, cada vez llegan más extranjeros. Rumanos, algún que otro inglés, pero sobre todo un montón de magrebíes. De hecho disfrutan del honor de tener un módulo en el centro exclusivamente para ellos.
          El Granadino, el tío más bruto que he conocido en muchos años. Hay que hacer verdaderos esfuerzos para entender algo de lo que dice cuando habla. Con su prominente panza, se define a sí mismo como el típico español: le gusta el buen vino, las copitas, la fiesta, y las putas que no falten.

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